El comienzo de algo nuevo...



El viento soplaba como nunca, los árboles bailaban al ritmo de este, era la danza más bella que había visto, cada hoja llevaba el compás, cada rama seguía a su compañera y cada tronco, se encontraba inmóvil deleitándose ante tanta belleza.
El cielo estaba oscuro, muy negro, el sol se había escondido hace algunas horas y como nunca las estrellas desfilaban todas en una hilera…que preciosa se veía la Vía Láctea! …
La luna dejando ver una sonrisa en el cielo, brillante pero muy sutil, se asomaba ente los árboles, danzando aun gracias a la melodía del viento.
Ante aquella situación no podía negarme, busque una manta, y me introduje en el bosque.
Los grillos cantaban como nunca, mis pies caminaban bajo prados de nubes verdes, nubes suaves y pomposas, las luciérnagas iluminaban mi andar, el frío era olvidado con tanta maravilla, simplemente era el inicio de algo nuevo.
Toda la naturaleza así me lo decía, mas yo no lo podía creer, esta al igual que yo llevaba muchos años triste, los árboles marchitos y sin nada que iluminara, los grillos mudos de tristeza, y el viento escondido en el mar, él, el único que se expresaba de alguna forma, con un oleaje, digno de malos tiempos. La naturaleza, mi fiel compañera, ahora me decía a gritos que todo seria diferente… la verdad es que hace unas horas que se esboza una sonrisa en mi rostro, el mismo tiempo en que todo comenzó a florecer, los árboles se tiñeron de verde, y el mar se calmo, las estrellas iluminaban mi camino al igual que las luciérnagas, y el sol por fin, después de muchos años volvió a aclarar todo el lugar.
Después de mucho tiempo entendí, y comprendí, por que estaba aquí, gracias a la naturaleza aclare mis ideas y acepte los antiguos acontecimientos que me llevaron a la penumbra. Llego el momento de volver a nacer, llego el momento de volver a brillar llego el momento de poder volver a entregar, simplemente llego la hora de dejar todo atrás y volver a levantar una vida… desde hoy vuelvo a comenzar…

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La inspiración del escritor.....


12 de la noche, y la luna completamente radiante, se asoma por la ventana, el lápiz y el papel sobre el escritorio, se ven iluminados por aquella luz, mas no los pensamientos del escritor. Al contrario, la hoja lleva en blanco 8 días ahí, y el lápiz recostado le hace compañía.
La casa, hecha de madera, mantiene el calor de aquel frío invierno, la chimenea hace lo suyo, a pesar de que él está tendido en el suelo hace bastantes horas, ella una muy fiel compañera todavía emite calor y su corazón a pesar de lo débil que esta aun sigue latiendo.
Ese es el problema cuando la inspiración es el amor, este al dañarte o al desaparecer, te destroza por completo mas aun te sientes muerto.
El escritor, llevaba días sin escribir, y es eso lo que lo mantenía con vida, claro, la escritura y el amor, y este sin argumentos sólidos se marcho. Pensó mucho, mas de lo que debía, se sentaba en las noches junto al ventana mirando la luna, sin embargo la inspiración no llegaba, estaba al borde de la locura, sin si amor y sin si pasión… no le quedaba nada en la vida.
Cerca de las 8 am, del día anterior, decidió dejarse morir, decidió dejar de luchar, dejo de hacer algo de lo cual sabia hacer muy bien, mantenerse vivo. Su corazón ya enfermo dejo de recibir la medicina, vital para el, sin embargo el escritor sentía su corazón tan destrozado ya por el abandono, que no tenia sentido para el, mantenerlo latiendo…

Para el la única solución, tendido al lado de la chimenea cayo, pasaban las horas y el escritor entraba en un sueño profundo, pasaban los minutos y miles de recuerdos le hacían caer lagrimas de sus ojos, los segundos pasaron y el escritor su ultima voluntad realizo.

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El musico del sombrero y la muchacha del colibrí


En una ciudad muy al norte, en un lugar muy lejano, vivía un músico, un hombre amante de su guitarra y de las notas que salían de esta. No podía pasar ni un solo día sin tocar sus cuerdas, realmente era su pasión.
En esa misma ciudad vivía una mujer, ella proveniente del sur, era un tanto diferente, amaba escribir, y caminar, la naturaleza y sentir la arena húmeda de la playa bajo sus pies.
Un día soleado, ella salió a caminar, había una mezcla muy bella en el cielo, las nubes se entrelazaban entre sí dejando mucho celeste entre ellas, y el sol imponente iluminaba su camino. Por su parte el muchacho estaba con un sombrero muy grande, en la playa tocando con su guitarra, mirando el mar y componiendo, sin embargo algo lo tenía prisionero.
Ella por su parte llego a unos árboles, lleno de flores, y entre ellas encontró un colibrí, pequeño lleno de colores, muy ágil, y delicado, este volando vertiginosamente de flor en flor, logro la mirada de aquella mujer por unos instantes, se quedo volando quieto frente a sus ojos, y de un momento a otro simplemente voló… La muchacha sin comprender lo sucedido siguió al colibrí, y corrió tras él, de pronto sintió arena bajo sus pies, y escucho las inquietas aguas del mar. Miro a su alrededor, y el colibrí ya no estaba, sin embargo una bella melodía emergía cerca de ahí.
Camino siguiendo las notas, y a unos metros diviso al músico, este sentado en una roca tocaba su guitarra de forma muy encantadora, la mujer camino a su lado y se sentó en la arena bajo la roca mirando al muchacho mientras tocaba. Este al darse cuenta de la presencia de alguien bajo la mirada justo hacia la muchacha, esta vio entre el sombrero y la caída del sol, unos ojos verdes que la encadenaron a él. Creo que ahora entiendo un poco la presencia del colibrí, ¿Sabían que sus latidos pueden llegar a 2000 por minuto?, creo que aquellos muchachos no estaban muy lejos de eso, sus corazones latían enérgicamente, ensordeciendo el sonido del mar. La mujer se acerco sin decir una palabra, y le puso las manos en su rostro, lo observo…
Ella se preguntaba el por qué esconder tan bello rostro, tan bellos ojos, mejor aun tan bella mirada, bajo ese gigante sombrero. – Te estás perdiendo la luz del atardecer – dijo la muchacha, y en un tierno movimiento, esta le saco el sombrero, el muchacho un tanto aturdido, no asimilaba muy bien su nueva situación. La mujer se le acerco, y le tomo las manos, guiándolo a la orilla de mar… fue en ese momento en que el muchacho logro ver después de mucho tiempo aquel hermoso atardecer.
Desde ese entonces el sol guía también el camino del músico, y este caminando junto a la muchacha compone día a día letras, para aquellas bellas melodías.

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La historia de la Ondina


Iba caminando por la playa y encontré entre llantos a una Ondina, conocen algo de su leyenda?
Ondina es una ninfa del agua, es muy hermosa y como todas las ninfas inmortales, sin embargo la única forma de que peligre su felicidad eterna es que esta se enamore de un mortal… eso significaba perdida inmediata de su inmortalidad…
Me impresiono ver a tan bella ninfa en mi camino, de sus ojos emergían lagrimas que corrían por su cálido rostro… me acerque a ella, y fue así como conocí su historia.
Solía caminar por la orilla del mar, e introducirse en él para sentir el agua sobre su cuerpo, era un placer divino según me decía, más aun disfrutaba los cambios de temperatura de las corrientes, en su pecho y cuello, agua muy tibia, y en momentos más helada entre sus piernas y viceversa.
El día estaba soleado, a lo lejos diviso un muchacho, tez blanca, pelo claro, su torso desnudo, estaba a punto de entrar al mar… nadaba como los dioses, disfrutaba del agua tanto como ella, simplemente, se deleito con él.
La ondina sin darse cuenta, nado hasta estar muy cerca de él, sintiendo esté su presencia, pero por más que el busco, esta se escondió… La ondina nado hasta la orilla, y se sentó en una roca cerca de las ropas del muchacho. Ella tenía un vestido blanco y su pelo al viento, estaba decidida a conocer aquel muchacho que le remeció el mundo. Ya estaba poniéndose el sol, y él hombre camino hasta la orilla, se vistió ante los ojos de la ondina, se puso su sombrero y camino hacia el bosque…
La ondina se adelanto y se escondió tras un árbol, justo en el momento preciso se puso frente él… creo que las palabras no fueron necesarias. El muchacho no se cansaba de mirar a la Ondina y esta no podía dejar de contemplar al encantador del sombrero… se sentaron bajo un árbol y conversaron horas… fue así como cada tarde, el muchacho llegaba a la playa, y nadaba con la Ondina.
Pasaron los días y la complicidad cada minuto era más grande, la ondina desbordaba felicidad. Un día sin darse cuenta, las manijas del reloj dieron muchas vueltas, era tarde, y hacia frio, ambos nerviosos se miraron con sus brazos entrelazados, y bajo las estrellas de la noche, un tierno beso nació. La ondina llego feliz al día siguiente a encontrarse con su amado, sin embargo él no estaba, tampoco el día siguiente, ni el que sigue…
Fue en ese momento en el cual encontré a la Ondina, aproximadamente una semana después de aquel primer beso. Estaba devastada y su corazón no daba más de tristeza, no sabía de él, ni tampoco alcanzo a decirle lo mucho que lo amaba y que quería una vida junto a él… La Ondina estaba dispuesta a perder su inmortalidad, con tal de hacerlo feliz…
Me dejo marcada una frase de aquella hermosa ninfa, antes de que se fuera a las profundidades del mar: Prefería haber olido una sola vez su cabello, un beso de sus labios, una caricia de sus manos, que toda una eternidad sin él, una vez…

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Lenta agonía


Estoy a un metro de ella, tiene un poco de frio, sus manos están congeladas, una sensación extraña recorre todo su cuerpo. Son cubos de hielo circulando por su sangre, y su corazón, un iceberg en medio de la nada, prisionero entre sus costillas, las cuales cumplen a la perfección su función, fuertes barrotes blancos que mantienen sin discusión, a su agonizante corazón en su lugar.
Su cadavérico rostro, no tienes expresión alguna, sus ojos abiertos aun, ya no guardan su color característico sin embargo miran en busca de una ínfima respuesta, la cual no tiene intenciones de aparecer.
Su tez blanca, más blanca ahora, se deleita entre ese vestido negro, con aquel escote en su espalda y su largo pelo sobre sus hombros, se veía hermosa, cualquiera que la viera de desmoronaría con tanta belleza, pero yo sabía su gran secreto, ella moría por dentro.
Sus huesos, se congelaban a medida que la sangre llegaba a ellos, se los juro, lo intente, se lo dije millones de veces, pero no quiso escucharme y ahora la veo dejarse morir sin yo poder hacer nada.
Son solo susurros los que emite, nadie los escucha, solo yo logro entenderle, lo sé! Repite su nombre una y otra vez, me mata por dentro verla así, y pensar que él es único que puede salvarla de aquella agonía…
Pasan las horas, y comienzo a sentir mi muerte, mi corazón cada vez late más despacio, y mis ojos cansados de buscar, se cierra lentamente. Antes de que eso pase, me veo recostada a la orilla del mar, con un vestido negro, mojado y pegado a mi cuerpo, la corriente está a punto de hacer lo suyo, y yo no tengo nada más que volver a mi cuerpo e irme con él. Como me hubiese gustado haber escuchado su voz, como hubiese gustado sentir sus manos y besos, lamentablemente, la pena me mato lentamente y yo mas nada pude hacer…

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